El primer día que me permití comer
una hamburguesa me sentí poderosa, callando a mi pequeño demonio que
gritaba que no debía.
El día que vencí a los deseos de darme un
atracón fue increíble.
El día en el que dejé de pensar en la
báscula fue abrumador.
El día en el que me miré en el espejo y
pensé: “Estás espectacular” fue maravilloso.
Y una larga cadena
de logros que a simple vista parecen insignificantes pero para una
persona como yo son pasos hacia la felicidad. Llegar hasta aquí no
ha sido fácil, he tenido que luchar contra mi misma pero ha merecido
la pena. Volver a saborear la felicidad después de tanto tiempo me
ha hecho ver lo valiosa que es. Y esta lucha me ha enseñado que soy
mucho más que el número que indica la báscula, el hecho de
valorarme a mi misma no hay ningún adjetivo capaz de describirlo.
A
las familias y amigos me gustaría deciros que no desesperéis, es
una situación difícil para todos pero la peor parte se la lleva la
persona afectada, este problema requiere paciencia pero sobre todo
apoyo. Ojalá pudiera deciros que ya estoy totalmente recuperada pero
sé que puedo conseguirlo y que todos vosotros también. Si algo he
aprendido en este tiempo es que un minuto de felicidad puede curar
años de sufrimiento.